Huelva una joya gastronómica oculta
En estos tiempos de vagabundeo de Semana Santa, donde hay que preparar los viajes y apuntar en rojo en la libreta destinos gastronómicos, surge con toda la fuerza la capital colombina. Huelva es uno de esos lugares que de pura esencia, de atesorar los mejores productos y materia prima del país sin ninguna duda, pasa a veces desapercibido para esos comilones que buscan mesas de relumbrón y destinos normalmente más al norte. La joyería náutica, las chacinas de nivelazo, la fresa, y un puñado de buenos ejecutores, conforman un interesante puzzle al que acudir si se quiere engordar un poquito más la cuota de felicidad. Entre un manojo de lugares estupendos esta es nuestra selección.
Mercado del Carmen
Avda. de Italia, 2
Un auténtico mercado de toda la vida. Frente a esa variante que se está empezando a divulgar donde los puestos tradicionales pasan a ser sustituidos por bares y gastrotecas, aquí hay una auténtica lujuria del producto. La bulla característica del mercado donde poder encontrar los mariscos como la clásica gamba de Huelva, los alistados, langostinos, junto al evidente choco que aquí es religión.
Los pescados se presentan desafiantes en su calidad como los lenguados, corvinas, robalos, doradas y un sinfín de delicias. Además, en estos días todavía la despensa se corona con los anhelados gurumelos del Andévalo que están en su momento de traca final. A la fiesta de este mercado contribuye una estupenda tienda de vinos donde tomarte un almuerzo de bigote y chacina.
Azabache
C/Vázquez López 22
La calle Vázquez López de la capital onubense es una auténtica pasarela de alegrías gastronómicas, pues está la mayor concentración de restaurantes y bares de primer nivel de la ciudad. Y aquí destaca Azabache con un ejercicio sublime del tapeo andaluz. Para algunos iniciados quizá la mejor barra de España, por la precisión, rapidez y excelencia del servicio y del producto. Memorables ensaladilla, atún con tomate, albóndigas de choco, un jamón cortado de llorar, entre otros, conforman una oferta que se extiende a una sala donde los guisos y pescados son infalibles. Encontrar escaño en la barra a partir de las 8:15 de la tarde es tarda casi imposible.
La Palma del Condado
Esta mítica bodega de destilados no está en la capital sino en La Palma del Condado, a escasos minutos de aquella. Es un destino inevitable si se quiere ampliar el disfrute, porque sus viejas soleras guardan el secreto de uno de los brandys más singulares del mundo. La familia Rubio desde la década de los 60 viene alimentando la leyenda gracias a la vejez, a la coherencia en sus criaderas, y a la consecución de un licor profundo y de maderas nobles. Recientemente se ha lanzado a la aventura de nuevos y sorprendentes destilados como el whisky, el ron o un médium de PX y Escocia. Hay visitas guiadas que son pura historia.
Portichuelo
Vázquez López, 15
Quien pase por Huelva y no recale en el Portichuelo seguramente no habrá estado allí. Es el centro del quién es quién de la ciudad y de todos los visitantes ilustres. Su cocina clásica del Andévalo es argumento perfecto para barra, mesas, y una espléndida y amplísima terraza que parece no acabar nunca. Dicen que siempre tienen la mejor gamba de Huelva, y hay guisos de callos, oreja, sangre con tomate, revoltillos, además de pescados perfectos que merecen parada forzosa. Su dueño Manolo Gomez Gómez, es un verdadero personaje onubense, al que continua en la saga su hijo Iván.
Macha
Vázquez López, 22
La santísima Trinidad de la calle la integra un restaurante de esos que no falla ni queriendo. Verdadero comedor de toda la vida donde aposentarse para que el tiempo se detenga, la conversación se enhebre, y la alegría de que vayan desfilando por los manteles las peladillas del mar, algunas ricas chacinas y buenos cortes de carne. Todo es excusa perfecta para su búsqueda. En Macha se repite una consigna propia de este destino como es el servicio atento y afable, el escaso trampantojo de sus elaboraciones y la bondad del productazo. Para echar la sobremesa con los chistes de Luque.
Bar de Diego
Plaza del Punto, 2
Una sorpresa frente a la casa Colón. Un cocinero con un bagaje apabullante que después de dos décadas vuelve a su lugar de origen. Una barra que se revela insuficiente igual que las pocas mesa, para un cocinero tan creativo. Como muestras, la raya en adobo, los trigueros sobre pesto, un memorable arroz de coquinas y galeras, las tagarninas esparragás con bacalao y un sinfín de delicias que prologan los postres que son auténtico fuerte de este cocinero que bien merece mejor lugar. Cuando asiente un bistró será un destino no solo de culto sino también de guías.